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Juan Gavasa

El Cairo

El Cairo

“Muchos de los autos marchaban sin duda hacia la plaza de Oriente. La curiosidad del público estaba concentrada allí. La multitud se apretaba densa y amenazadora. Habían tenido que acordonar el Palacio Real. En la puerta del edificio estaban pegados los retratos de Galán y García Hernández”.

Pío Baroja

 

Cuando veo estos días las emocionantes imágenes de las movilizaciones de los ciudadanos egipcios en contra de Mubarak, o las de hace unas semanas en Túnez que acabaron con el sátrapa Ben Alí, tiendo a reflexionar –como tantas otras veces-, sobre nosotros mismos y el concepto excluyente que tenemos del sentido de la democracia como patrimonio de Occidente.

La ejemplar lucha por la libertad de los ciudadanos de varios estados árabes debe obligar, inevitablemente, a una profunda meditación de las principales potencias occidentales y de los países que conforman la Unión Europea. Ensimismados en nuestro modelo de civilización, hemos aceptado para los otros dictadores con máscara de demócratas aupados al viejo mantra de “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. O peor aún; mejor una dictadura con cara amable que una democracia de la que emane una decisión popular incómoda para nuestros intereses.

Julio Anguita decía el otro día en una entrevista en el diario Público que los españoles nunca lucharon por la libertad, “ésta cuando vino siempre fue regalada”. Se refería fundamentalmente a la Transición y al discreto papel que jugaron los ciudadanos en la recuperación de la democracia. Esta tesis no es compartida por la historiografía oficial y por algunos historiadores como Nicolás Sartorius y el aragonés Alberto Sabio, que en su libro “El final de la dictadura. La conquista de la democracia en España. Noviembre 1975–junio 1977”, defienden la tesis de que la lucha sindical, los movimientos universitarios y el trabajo sordo de la oposición fueron fundamentales para el deterioro irreversible del régimen franquista. En el libro publicado en 2007 argumentan que la esperanza de un franquismo sin Franco a la que se aferraban los hombres del dictador, se transformó en una hipótesis inviable entre noviembre de 1975 y junio de 1976 gracias al irrefrenable aliento democrático que movilizó a millones de españoles.

Sin duda ha transcurrido un tiempo prudencial, que en historiografía se antoja necesario, para considerar de forma objetiva hipótesis como la que trabajan los dos autores, pero entiendo que Julio Anguita se refería a los procesos previos al hito histórico. La forma en que estos se producen y los fenómenos que lo provocan. El político, que lidera en la actualidad una plataforma que reflexiona y trabaja en defensa de la III República, considera que el estado republicano sólo llegará como consecuencia de un proceso de cambio que nazca de la sociedad y nunca de las élites políticas, como ocurrió durante la Transición. Es decir, necesariamente tendrá que crecer de abajo a arriba para que se consolide.

Franco murió en la cama. La autopsia del dictador bien podría ser el acta de un fracaso, el documento que certificó la claudicación de una sociedad que en su inmensa mayoría prefirió durante décadas acomodarse antes que arremangarse. No se puede culpar a las sociedades sometidas al terror de un dictador. El miedo es tan legítimo como la constatación de la derrota. El miedo hace tanto ruido como el valor. Sus consecuencias, a veces, dicen mucho de una sociedad. Los españoles no hicieron suya la calle hasta que el dictador no descansó bajo la cripta del Valle de los Caídos. Entonces surgieron los demócratas convencidos y los luchadores por las libertades de toda la vida. La Transición sigue considerándose un modelo de reconciliación y convivencia pero en el fondo sabemos que fue la carta de naturaleza de una rendición necesaria, el sacrificio supremo de medio país para que le dejaran vivir en paz, sin cuentas pendientes.

En algo se equivoca Julio Anguita. Hubo un día, hace ahora 80 años, en que los españoles perdieron el miedo al poderoso y salieron a la calle para decirle que se fuera. Primero hablaron las urnas y allí donde el cacique rural no pudo manipular las urnas y las conciencias, el pueblo se expresó libremente y le dijo al monarca que había llegado la hora de la libertad, la justicia social y la igualdad. Los días que transcurrieron entre el 11 y el 14 de abril de 1931 Madrid fue El Cairo, fue Túnez, fue Ammán… Madrid fue la vanguardia de un sentimiento popular que trajo pacíficamente la II República. Otros se juegan estos días la vida para traer a sus países la democracia.

5 comentarios

Pili A -

Será que no confio mucho en la "evolución natural" ni en la decadencia...
Solo hay que ver civilizaciones como la griega, la romana o la de Egipto que no evolucionaron precisamente a mejor después de su decadencia...
Tampoco es que confie mucho en las revoluciones pero al menos dan más ilusión al personal de que las cosas pueden cambiar con su aportación...
Yo, con que la vieran mis hijas me conformaría
Abrazos republicanos
Pi

Juan -

La veremos Pili, la veremos... y no será como consecuencia de un proceso revolucionario (si fuera así ya nos podíamos despedir de ella), sino como consecuencia de una evolución natural de la sociedad unida a la decadencia irrefrenable de la institución monárquica, de lo que representa y del papel que desempeña en la sociedad en el siglo XXI.

Pili A -

Y en cuanto a la III Republica ojalá la vean nuestros ojos...
Pili en pie de lucha revolucionaria
Pd.-aunque con lo acomodados que estamos aquí como para mover al personal...

Emilio -

Yo recuerdo como me emocionaron, hasta la lagrima, las imagenes de la toma del parlamento ucraniano en el 2004. y como te das cuenta de que ese anacrónico mensaje guerrillero es una verdad como un templo. "el pueblo unido, jamás será vencido"

Abre el face hombre ya!!!

piliamparo@telefonica.net -

Yo he emocionado viendo las fotos de la gente en la calle festejando la II Republica
Lo mismo que me emociona ver a la gente de Tunez, de Egipto... y ojalá siga Marruecos, otorgando la independencia a los saharagüis, claro...

Me emociono tanto con la gente como me decepcionan los politicos que tenemos actualmente.
Las dictaduras estan allí porque a nosotros nos ha convenido... mientras nos llenabamos la boca de palabras como libertad o democracia...

La gente, toda la gente del mundo tiene derecho a la libertad. Y los que pueden hacerlo, lo reclaman...

Sobre el miedo, aun la gente que ha vivido en la dictadura tiene secuelas cuando te dice:
-No te metas en eso... que tienes todas las de perder...
Pero si todos pensaramos así el mundo no caminaría hacia los derechos humanos... o, al menos así me gusta pensar