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Juan Gavasa

Paul Weller

Style Council siempre fue una de mis bandas favoritas. El dúo formado por Paul Weller y Mike Talbot –con la intermitente aportación vocal de la sensual Dee C. Lee-, publicó en la segunda mitad de los 80 algunos trabajos vibrantes y luminosos que proyectaban todo el caudal de ferviente creatividad que estaba experimentando el Reino Unido. En un momento en el que los nuevos románticos se entreveraban con los últimos supervivientes de la movida punk y el revisionismo pop, Style Council irrumpió con frescura y talento sin despreciar el compromiso social. Su música era puro hedonismo sonoro pero sus letras no le daban la espalda al bodrio político que estaba construyendo Margaret Thacher. “Shout to the top” fue el ejemplo más brillante de cómo entendía la música Paul Weller: se puede bailar como locos y gritar al mismo tiempo contra el sistema. Aquel estruendoso grito contra el thacherismo más cruel e inhumano matizó el enorme cabreo que muchos vocearon por la supuesta traición de Weller cuando decidió disolver The Jam.

                Hasta entonces habían sido los tipos duros del Reino Unido, herederos de un sonido que establecía veladas conexiones entre el punk y el revival mod de finales de los 70, y una ensalada de heterogéneas influencias con base en la tradición de la música negra. Esta pasión oculta de Weller por el soul y el R&B se fue consolidando con los años hasta hacer inviable el proyecto de The Jam. Incluso en los últimos años de vida se atrevieron a versionear algunos clásicos de Curtis Mayfield, en lo que representaba una afrenta para quienes los tenían catalogados en el ambiguo territorio del rock. A esas alturas Weller ya tenía una merecida fama de inspirado letrista e impetuoso compositor. Sus registros musicales eran tan amplios y complementarios que muchos desistieron de buscarle etiquetas. No las tenía. Sus compañeros de The Jam (Rick Bucler y Bruce Foxton), se vieron incapaces de seguir su senda creativa y el grupo decidió disolverse justo en su mejor momento.

                Paul Weller se había empapado el catálogo de la Motown y había descubierto los senderos sonoros del jazz y del funk. Convertido definitivamente al sonido negro más estandarizado creó con Mike Talbot en 1983 Style Council. Allí se encontró con un traje a medida, sin peajes estilísticos ni poses forzadas. En plena libertad creativa el dúo publicó seis discos de estudio con algunas joyas imperecederas del pop británico de todos los tiempos. “My Ever-Changin Moods” fue la primera y le siguieron otros temas inolvidables como el citado “Shout to the top”, “The Lodgers”, “Walls Come Tumbling Down” o la sinuosa “Have You Ever Had it Blue”, suculento experimento con la bossa. Style Council transmitía felicidad pero sus letras cada vez estaban más cargadas de política y denuncia social. Quien pensara que su sonido era intrascendente se equivocaba.

                De todos esos trabajos mi favorito fue y será “Our favourite shop”, publicado en 1985. Weller se mostraba en ese disco con un flequillo interminable que casi le vinculaba más a la estética romántica que a la del nuevo tiempo que acababa de abrir. Quizá su impertérrito odio a las etiquetas le animó a esta irreverencia. La portada de ese disco es también un clásico perteneciente a un tiempo irrepetible en el que las discográficas se preocupaban por hacer bien las cosas.

                Como The Jam, Style Council se agotó cuando a Paul Weller se le quedó pequeño el horizonte. A principios de la década de los 90 el Acid House y todos sus trasuntos causaban estragos en las discotecas de medio mundo. La versión de “Promise Land” de Joe Smooth fue un guiño a la revolución que se cernía y un adiós previsible. Era el momento de comenzar a andar en solitario. Weller inició así una febril carrera que le permitiría explotar todo su poderío creativo sin tener que rendirle cuentas a nadie. Su primer trabajo fue un catálogo inmaculado de influencias: Marvin Gaye, Curtis Mayfield, Al Green, Stevie Wonder, Neil Young… temas como el absorbente “Above the clouds” eran estrictamente un homenaje al clásico “Whats going on” de Gaye.

                Desde entonces Paul Weller ha publicado un puñado de discos que le han permitido madurar como músico y compositor, y experimentar con nuevos sonidos y corrientes creativas. Siempre contestatario y controvertido, la suya es una de las trayectorias más sólidas y coherentes de la música británica. Respetado casi de manera       reverencial por las nuevas hornadas de músicos, Paul Weller vive actualmente uno de los momentos más lucidos con la publicación en pocos meses de dos discos soberbios y descomunales: “22 dreams” y “Weller at the BBC”. Este último es un doble CD donde recupera varias grabaciones realizadas durante la última década para la televisión púbica británica. Quien quiera adentrarse en el universo de Weller cualquiera de ellos es perfecto. Estos días son mi música de fondo, mi estruendoso grito.

4 comentarios

Juan -

Suelo estar conectado a lastfm, aunque intento no abandonar mi discoteca. Antony es muy bueno ¿verdad?

grosem -

Qué bueno tu texto de hoy. Y qué ganas de correr a pillar el disco. Lo buscaré en lastfm.com, ¿conoces esta web? Ahora estoy escuchando a Anthony and the Johnsons, una de tus recomendaciones de hace unas semanas. A mí también me encanta el disco de Style Council que comentas

Marité -

Allá voy, primo :-)) Gracias de nuevo.

kike -

gracias de nuevo gofi. No creas que nos sorprendes ya con ese buen gusto. Ah, he vuelto al blog. Ánimo y un abrazo