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Juan Gavasa

Dirty Dozen

Dirty Dozen

Los componentes de “Dirty Dozen Brass Band” habían disertado sobre las raíces de la música de Nueva Orleans en la rueda de prensa ofrecida a los medios de comunicación acreditados en Pirineos Sur. Cercanos y divertidos, hablaron de las múltiples influencias de su música, tantas como los gustos individuales de sus componentes y como las culturas que arribaron en su ciudad a lo largo de la historia. 

Franceses, españoles y británicos se la repartieron durante siglos y ellos supieron hacer de la necesidad virtud para apropiarse de lo mejor que tenían los colonizadores de turno. Así se explica el magma de sonidos y estilos que han nacido en Nueva Orleans y la primorosa versatilidad de sus músicos, auténticos talentos que transitan con naturalidad desde el jazz hasta el funky, pasando por el cajun, el zideco, el pop e incluso el rock.

La noche del sábado los “Dirty Dozen Brass Band” volvieron a demostrar que en el ADN de los ciudadanos de Nueva Orleans existe una extraña molécula que activa unos sentidos especiales para hacer música. Lo decían ellos mismos; en la ciudad del Mississippi cualquier niño de cinco años ya sabe tocar un instrumento.

Ellos tienen unos cuantos más y al talento han unido una experiencia formidable, que les permite engrasar sobre el escenario una maquinaria perfecta que desprende un sonido tan contundente como demoledor. En el pantano de Lanuza estuvieron el sábado los espíritus de Louis Amstrong, Fats Dominó Marvin Gaye e incluso el recientemente fallecido Michael Jackson, al que dedicaron el último tema. “Dirty Dozen Brass Band” no hace honor a su nombre; sencillamente porque son mucho más que una brass band. En realidad lo que ofrecieron en Lanuza fue un concierto de funky en toda regla sazonado con pequeñas dosis de jazz tradicional. Un homenaje a Nueva Orleans con todo lo que tiene que tener un buen fiestorro: músicos talentosos, sentido del espectáculo, tablas sobre el escenario y una pasión intacta que hace que cada concierto parezca que vaya a ser el último.

Foto de Pilar Hurtado

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