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Juan Gavasa

Otra Jota es posible

Otra Jota es posible

La historiografía aragonesa coincide en localizar en el inicio del siglo XX –coincidiendo con el primer centenario de los Sitios de Zaragoza-, el momento en el que comienza el proceso de adulteración de la Jota aragonesa. Historiadores como Pedro Rújula o Ignacio Peiró han recordado en sus estudios que la gran aportación de los aragoneses a la mitología de la Guerra de la Independencia fue la Jota. Desde entonces sirvió como instrumento de propaganda patriótica y herramienta de divulgación “de los tópicos sobre el apego popular a la patria chica, el carácter y las virtudes cívicas de los “mañicos”. El franquismo ahondó en esa explotación chusca de la Jota, añadiéndole falsedades grotescas que la alejaron de su origen popular. Se convirtió en la máxima representación de los muy patrióticos coros y danzas.

            La compañía aragonesa “Zambra” lleva varios años trabajando en labores de restitución de la autenticidad perdida. La envergadura de la empresa no tiene parangón puesto que se trata de desmontar un edificio consolidado sobre el hormigón de la imaginería colectiva aragonesa. Desdecir décadas de tópicos y lugares comunes. Está siendo un proceso lento pero eficaz y brillante, concebido desde una visión moderna y renovada bajo la dirección del argentino Alberto Gambino. Pero, como recuerda el crítico musical Luis Lles, “nada tiene que ver con la fusión sino con la pureza”. Nacho del Río, el espléndido cantador de Zambra y pupilo del último gran jotero aragonés, Jesús Gracia, da la clave del asunto: “a algunas tonadas les hemos dado una velocidad distinta a la que se emplea hoy, pero es la que utilizaban nuestros maestros a principios del siglo XX”.

            Así que la cuestión era rebajar la virilidad de los bailes, aplacar los bríos desmedidos y mal entendidos,  y recuperar la pureza perdida a principios de la anterior centuria, cuando la jota dejó de ser un baile del pueblo para convertirse en otra cosa. La propuesta de Zambra es escrupulosamente respetuosa con la tradición pero al mismo tiempo comprometida con el tiempo que vivimos. Desde una perspectiva sonora más actual y una puesta en escena atractiva y sofisticada, la producción de Alberto Gambino recupera los viejos estilos y los dignifica. En este retorno al futuro de la jota –porque todos reconocen que el futuro pasa por una visión renovada del pasado-, se han incorporado instrumentos poco convencionales como el laud, el fagot o el violín. Su presencia ayuda a rebajar el estrépito de los brincos y dota de nueva personalidad a las tonadas, rondas y estilos interpretados por Beatriz Bernad y Nacho del Río.    

4 comentarios

mayusta -

Totalmente de acuerdo...Fuera la "caspa" y caminemos.
¿Tienes mi "Cancionero" (Olifante)?
Un abrazo

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Juan -

Que viva!!!!

Oto's Fans Club -

Se empieza por esto y se acaba por eliminar las referencias a la Virgen del Pilar y al Ebro, fundamentos de la identidad aragonesa. No a la desnaturalización de la Jota. Vivan los brincos garbosos. Hala, maño.