Valle de Tena
Los geógrafos suelen referirse al Valle de Tena como el territorio más diverso e interesante de todo el Pirineo aragonés. En este privilegiado microcosmos se encuentran algunos de los últimos glaciares de la cordillera y varias cumbres que superan los tres mil metros. Se trata, por lo tanto, del paisaje pirenaico en estado puro. Encerrado entre Biescas por el sur y el francés Valle de Ossau por el norte, guarda pintorescos pueblos, decenas de senderos que conducen hasta ibones y picos, y vestigios históricos que nos remontan a la prehistoria.
La entrada meridional por el congosto de Santa Elena es un lugar mítico. En él se entreveran creencias cristianas y paganas con episodios trascendentales de la historia de la vieja Corona de Aragón, como el enfrentamiento en 1592 de las tropas de Felipe II con las del antiguo secretario real, Antonio Pérez, que pretendía invadir Aragón ayudado por Enrique de Navarra.
El pantano de Bubal es la primera muesca de la histórica presión hidroeléctrica sufrida por el valle, determinante en su actual fisonomía. En la margen izquierda y apostados sobre los contrafuertes del macizo de Telera, se encuentran Piedrafita de Jaca, Tramacastilla de Tena y Sandiniés, tres bellos núcleos de casas de piedra, madera y tejado de pizarra, muchos de ellos con la característica doble inclinación de la arquitectura tensina. En Tramacastilla la visita a la iglesia de origen románico es tan ineludible como sentarse a la mesa de algunos de sus restaurantes, famosos por sus tradicionales migas y el ternasco del país. Es recomendable también un paseo por el Parque Faunístico Lacuniacha de Piedrafita, una excelente introducción a la fauna que puebla el valle.
El entorno de Tramacastilla es tierra de brujas. En el siglo XVII se produjo el proceso documentado más importante de la historia de la Inquisición española. Decenas de mujeres de la zona fueron juzgadas y acusadas por posesión demoniaca. Dicen que en el cercano bosque de El Betato, a la sombra de la omnipresente Peña Telera, se concentraban las brujas para celebrar sus reuniones.
En el otro lado del pantano se suceden Hoz de Jaca y El Pueyo de Jaca. El primero ofrece algunas de las vistas más impresionantes del valle desde su mirador natural situado a 1.254 metros de altitud sobre el embalse. Las duras rampas de acceso al pueblo merecen la pena por el simple hecho de palpar el sosiego de la vida rural, roto tan sólo en los meses estivales con la llegada masiva de visitantes. El Pueyo de Jaca se solaza en la misma orilla de la cola del pantano de Bubal, como queriendo acariciar sus mansas aguas.
En este punto se abre el pequeño valle transversal que conduce primero a Panticosa y después al emblemático balneario (1.636 m), emplazado en mitad del circo que forman los picos Argualas, Garmo Negro, Pondiellos, Marcadau, Baciás y Brazato. En los últimos años ha sido sometido a una profunda transformación en la que han intervenido arquitectos del prestigio de Rafael Moneo y Álvaro Siza.
De nuevo en la carretera general cruzamos el pueblo de Escarrilla y tras atravesar un pequeño túnel alcanzamos el pantano de Lanuza, construido en la década de los 70 del pasado siglo para regular las aguas del río Gállego. Los ingenieros erraron en los cálculos y el pueblo sólo fue anegado parcialmente, lo que propició treinta años después un proceso de reversión y la reconstrucción fidedigna del magnífico casco urbano. Hoy las chimeneas de Lanuza vuelven a escupir humo y sus calles han recuperado la vitalidad perdida con la apertura de nuevos establecimientos hoteleros.
La última localidad del valle es Sallent de Gállego, también la más importante. Protegida por la omnipresente mole calcárea de Foratata, el viejo pueblo de ganaderos y contrabandistas se ha transformado en un importante centro turístico. El pueblo está dividido en dos por el modesto río Aguas Limpias. A la izquierda; el barrio del Paco, que soporta buena parte del desarrollo urbano más reciente. A la derecha; el núcleo histórico en el que encontraremos bellos ejemplos de arquitectura tradicional de origen noble como Casa Caperán, Casa Lorentón o Casa Félix. En lo alto del barrio del Vico descuella la iglesia gótica dedicada a la Asunción.
Desde Sallent se puede observar con nitidez el perfil de la moderna estación de ARAMON Formigal. Sus extensas laderas salpicadas de remontes nos acompañarán hasta el alto del Portalet, frontera natural con Francia. Desde aquí las propuestas de excursiones de alta y media montaña son interminables. La más clásica es la que conduce a los ibones de Anayet, desde los que se disfruta de una estampa inigualable presidida por los picos de origen volcánico de Anayet y Midi d’Ossau. Algunos sarrios y el ganado vacuno y caballar serán probablemente nuestros compañeros de viaje.
Artículo publicado en el número 115 de la revista Viajes National Geographic.
3 comentarios
Fernando -
65 fotografías temáticas del valle de tena
Fernando -
boli -
Al leerlo te dan ganas de ir a visitar todo el valle de tena,que aunque por encima encima lo conocemos,muchos rincones de los que describes se nos han escapado.
besos