Blogia
Juan Gavasa

Manuel Rodriguez, relato de un éxito en Toronto

Manuel Rodriguez, relato de un éxito en Toronto

El salvadoreño Manuel Rodriguez es CEO y socio fundador de Unikron, una de las empresas que lidera el sector de la producción de vídeo en Toronto. Creada en 2002 junto a los mexicanos Sergio Lasky y Alex Weiz, la compañía se ha forjado una excelente reputación en un sector especialmente competitivo y ha hecho de su “latinidad” una de sus principales fortalezas. Manuel Rodriguez lo resume de manera gráfica: “representamos creatividad, diseño y tecnología”.

Desde su fundación ha desarrollado innovadores proyectos y ha trabajado para grandes compañías como Google, Bombardier, ScotiaBank, Royal Bank, LCBO, la American Library Association, para la que desarrolla un Webcast; o recientemente para los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Con cerca de 15 empleados y más de 200 clientes entres USA y Canadá, Unikron se ha consolidado como una referencia en su sector y suele emplearse como ejemplo de las capacidades de éxito de los latinos en Canadá.

La flamante sede de la empresa, adquirida hace dos años, ocupa una antigua fábrica textil y un laboratorio dental en Adelaida St. Parte de esa atmósfera fabril se mantiene en los nuevos espacios reconvertidos ahora en estudios de grabación, producción y edición. Ha sido una manera consciente de fusionar la memoria de los viejos usos del edificio con la personalidad de sus nuevos propietarios, una apuesta por la convivencia de dos espíritus tan opuestos como complementarios. El resultado es formidable.

Manuel Rodríguez rememora en esta entrevista su trayectoria vital desee que llegó a Canadá en 1989 y la historia de Unikron, que es el relato de unos emprendedores latinoamericanos que han logrado triunfar en un mercado complejo y fundamentalmente anglosajón. Manuel es además desde octubre de 2013 el presidente de la Toronto Hispanic Chamber of Commerce (THCC), un cargo que quiere aprovechar para generar puentes entre la disgregada comunidad latina de Toronto.

¿Cuál era tu experiencia previa a la fundación de Unikron?

Yo había estudiado ciencias de la computación en El Salvador en la Universidad de los Jesuitas. Llegamos a Canadá en 1989 formando parte de la última oleada de emigrantes salvadoreños que huía del conflicto bélico. Mi hermana empezó a trabajar en el Ministerio de Trabajo, necesitaban un oficinista y me lo comentó. Empecé a trabajar y el primer día me pusieron ante una máquina de escribir, pero pronto me volqué en las computadoras y la gente me comenzó a buscar cuando tenía problemas con sus ordenadores.

Acabé en el área de tecnología del Gobierno de Ontario. Monté la fibra óptica para sus ministerios y al mismo tiempo el gobierno me dio estudios de telecomunicaciones, que era el área en el que me quería desarrollar profesionalmente. Así es como empecé a dar cursos para enseñar a usar nuevos sistemas de trabajo. Era una época en la que no había muchos hispanos en Canadá y al mismo tiempo el país estaba atravesando la dura crisis de principios de los 90.

¿Da la sensación de que el país te ofreció muchas oportunidades desde el principio?

Puede que sea verdad pero también hay que saber aprovecharlas. En mi caso, cuando vi que ya no podía ascender o progresar en mi empleo fue cuando conocí a Alex Weiz y a Sergio Lasky. Empezamos a pensar cómo montar una compañía de vídeo. Vimos que había mucho potencial. Empezamos a producir vídeos para internet y hacer la transición de formatos antiguos a internet.

¿Cómo fueron los inicios de Unikron?

Cuando emprendes siempre hay situaciones que no puedes controlar. Nosotros vimos que había proyectos relacionados con el mundo inmobiliario que podíamos desarrollar y aportar el valor de la novedad. Queríamos mostrar el interior de un condo por internet de forma virtual, de tal modo que un promotor pudiera enseñar lo que quería vender sin necesidad de estar en el lugar. Un constructor nos pagó en 2002 10.000CAD por la idea pero en realidad no sabíamos cómo llevarla a cabo. Pero finalmente lo hicimos y con ese dinero conseguimos fundar la compañía. Fue entonces cuando decidí volcarme plenamente en Unikron; al principio empezamos en una oficina muy pequeña. Cada año crecíamos un poco más; de dos habitaciones pasamos a casi todo la planta y finalmente nos mudamos a la sede actual hace dos años.

¿Cómo fue el proceso de encaje de una empresa latina en un mercado tan competitivo como el audiovisual?

Es difícil siempre el encaje de latinos en Canadá pero si tienes ética y profesionalismo tienes mucho camino recorrido. Una vez que lo puedes demostrar todo es más fácil. Hemos trabajado para Bombardier y Google, grandes compañías. No es un mercado fácil y además en 2008 hubo una crisis terrible y muchos competidores desaparecieron, lo que indica que nuestras bases eran realmente sólidas. Aquí diría que nos ayudó también esa ingenuidad que tenemos los latinos y que te hace plantearte objetivos que de manera racional nunca los abordarías. Pero los acabas consiguiendo.

Toronto no es precisamente una ciudad amable para competir en el mercado audiovisual, que es fundamentalmente anglosajón…

No lo es. Toronto es muy especial porque tiene todo tipo de emigrantes. En el área de las agencias no es tan fácil prosperar y seguro que todavía resulta extraño que nosotros estemos trabajando en este sector tecnológico. Pero podemos desarrollar proyectos con una combinación muy interesante de personalidades que permiten cubrir de manera eficaz la creatividad, el diseño y la tecnología. Y nuestro portfolio es la mejor carta de presentación que tenemos.

Ha hablado antes del carácter latino como un valor de la compañía. Siempre se nos relaciona con ciertas actitudes como la improvisación o la osadía, algo que contrasta con el carácter anglosajón, más meticuloso.

Es verdad. El emprendedor siempre tiene esa ingenuidad pero el latino es capaz de ir con su pequeña compañía a una grande y decirle que lo puede hacer, aunque luego tenga que buscar cómo hacerlo. Eres inmigrante y piensas que si lo hiciste en tu país tienes la fuerza y la experiencia para hacerlo aquí.

En Unikron hemos logrado mucho pero queremos lograr mucho más porque todo está combinado; tienes que estar reinventándote permanentemente y para seguir creciendo hace falta alianzas con otras compañías. Nosotros empezamos con un proyecto que se llamaba Boceto, enfocado sólo en el diseño y desarrollo web, pero decidimos más adelante que había que tener vídeo y así surgió Unikron… son decisiones que tienes que tomar sobre la marcha para crecer.

¿Cómo ha evolucionado Unikron desde sus orígenes?

Ahora es más sofisticada. Nunca pensamos que podríamos trabajar para Google, por ejemplo, o tener influencia en proyectos importantes. Eso no lo imaginábamos al principio.

¿Cuáles han sido las mayores dificultades en el crecimiento de la empresa?

Éramos pequeños y desde el principio decidimos trabajar con gente joven. El primer empleado era un programador y tiempo después nos dijo que quería irse a estudiar. Evidentemente le tuve que decir que sí pese a que era un trauma para nosotros. Nunca te acostumbras a que un empleado se quiera ir después de formarle durante años. Ahora ya no existe el tipo de lealtad que había antes entre el trabajador y la empresa. Los jóvenes profesionales de ahora tienen otras inquietudes, quieren viajar, desarrollar otros proyectos personales, cambiar… y eso afecta a la compañía pero tenemos que asumirlo.

¿Cuáles son los proyectos que mayores satisfacciones os han generado?

Todos son importantes. Recuerdo que un pequeño proyecto nos llevó a otro con LCBO (Liquor Control Board Ontario), y de allí a otros. Todos están conectados y no puedes olvidar a ninguno.

¿Cómo es el mercado laboral de Toronto? ¿Cómo se sobrevive?

Hay que preguntar, siempre. Siempre hay que poder identificarse con las personas que son emprendedores, esa es la clave. ¿Me ayudas?, te invito a un café… Hay que preguntar y hacerlo sin miedo. Hace doce años recuerdo que vino un colombiano justo cuando acabábamos de crear Unikron. Me decía que nos encontró en una guía y que quería tomar un café conmigo para que le explicara cómo funcionaban las cosas en Toronto. Había llamado a muchas empresas buscando ayuda. Aquí los tiempos que se dedican a una conversación o a un almuerzo, o la manera de responder a un email o las técnicas para hablar de negocios son muy diferentes a las que conocemos los latinos. Este colombiano quería que yo le hablara de todo eso.

Ahora ese colombiano es propietario de una empresa de gran prestigio. Nos volvimos a ver doce años después y al principio no se acordaba de aquél encuentro pero me confesó que entonces sólo llevaba cinco días en Canadá y que estaba desesperado. Esta es una lección que te ofrece el país; preguntando, llamando a puertas y dándote a conocer puedes abrir muchos caminos.

Usted es también desde septiembre presidente de la Toronto Hispanic Chamber of Commerce. ¿Qué aporta desde esta institución a la comunidad latina en Toronto?

Fuimos como Unikron sponsor hace tiempo. También fui uno de los fundadores de Hispanotech, que ayuda a latinos a incorporarse al mercado laboral canadiense. Diego Casco, anterior presidente de la THCC, me planteó incorporarme a la directiva porque me dijo que yo podía conectar a los viejos inmigrantes latinos con las nuevas generaciones que han llegado en los últimos diez años. “Tú puedes atraer a nueva gente”, me dijo, pero finalmente me acabó proponiendo que me presentara a las elecciones para presidente.

Lo hice y en octubre de 2013 las gané. Creo que desde la THCC se puede lograr muchísimo y estoy convencido de que la comunidad latina está en un momento clave y puede aportar mucho. Mi objetivo es tender puentes, hablar con todo tipo de gente aunque vivan en los extremos, y ofrecer soluciones para atraer a todo el mundo.

¿Cómo es hoy  la comunidad latina en Toronto?

Está madurando y va a seguir creciendo y consiguiendo más influencia. Se nos identifica tanto por el idioma como por los valores de familia. Los nuevos que están llegando se están identificando más con una cultura que con un país. Yo veo que la tradicional división por nacionalidades está desapareciendo y creo que podemos aspirar a metas mucho más grandes.

¿Y cómo nos ven los canadienses?

La pregunta sería también y cómo vemos nosotros a ellos. Cuando vine hace casi 25 años no oía español y cuando veías a alguien querías siempre hablar con él. Pero también tú querías saber cómo eran los canadienses y descubrías que teníamos mucho en común. Existen prejuicios, por supuesto, pero al canadiense le gusta nuestro acento, nuestra cultura y nuestro modo de ver la vida. Junto a ellos estoy seguro de que creceremos como personas.

0 comentarios