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Juan Gavasa

Mali, el centro de todas las cosas

Mali es tristemente actualidad por un nuevo conflicto armado que está desgarrando el país. Recupero un artículo, más vigente que nunca,  que publiqué este verano con motivo de la actuación en el Festival Pirineos Sur de Amadou & Mariam, exponentes del maravilloso universo cultural del país. Otra forma de enfocar la realidad de Mali, lejos de las armas y las luchas religiosas y territoriales.

En la mítica Tombuctú convergían las rutas transaharianas que utilizaban los comerciantes y las poblaciones bereberes y árabes del norte. Fue durante siglos un centro de poder económico y un hervidero intelectual y cultural en el que las ideas, como los caminantes, iban y venían. Mali conserva la herencia de aquel espíritu de libertad de los cruces de camino, como lo fue Tombuctú, expresada sobre todo en su maravillosa escena musical, que ha exportado al mundo talentos de la talla de Salif Keita, Boubacar Traoré, Toumani Diabaté, Ali Farka Touré y, claro está, Amadou & Mariam. Semejante despliegue de figuras no puede deberse a una casualidad. Es posible que tenga razón el periodista de “The Guardian”· Caspar Llewellyn Smit cuando afirma que el “blues nació en Mali”. La teoría se sostiene en razonamientos antropológicos que viajan en aquellos barcos de esclavos negros que arribaron en Estados Unidos para aportar mano de obra y nuevas músicas que luego se llamarían blues, jazz o góspel.

Y como todos los viajes son de ida y vuelta, en Mali surgió en los tiempos de la independencia del país, allá a principios de los 60 del pasado siglo, una generación de músicos que se batía entre las enseñanzas tradicionales y una inquietud por explorar nuevas sonoridades. En esas primeras horas de libertad de la antigua metrópoli francesa nació la música moderna del país en la que el blues africano tenía un ascendente pleno. Boubacar Traoré puso los cimientos de un movimiento musical protagonizado por virtuosos músicos habituados a foguearse con estilos propios como la mandinga pero que sentían fascinación por las orquestaciones suntuosas procedentes de Europa y Estados Unidos.

Las grandes orquestas malienses como la “Rail Band du Baffet de la Gare” de Bamako, la “Ensemble Instrumental National” o los “Ambassadors du Motel”, creada por Salif Keita, fueron escuelas para el aprendizaje técnico y para un desarrollo intelectual exento de prejuicios. Amadou Bagayoko militó como guitarrista en los Ambassadors y en alguna ocasión ha recordado que tenía que aprender a tocar rumbas, fox-trots, baladas francesas y cubanas o versiones de James Brown y Otis Reeding, pero sin descuidar el conocimiento de los tradicionales de Bamako, Sikasso, Mopti o Tombuctú. Esa mente abierta y flexible a abrazar cualquier nueva influencia modeló su personalidad como músico y hoy es el día en que los discos de Amadou y Mariam son más globales y modernos que muchos de los que integran la pretenciosamente etiquetada como “música avanzada”. El diario The Telegraph lo ha definido acertadamente: “una mezcla cocinada en una fiesta callejera, no algo cínicamente manufacturado en la oficina de un sello discográfico”.

Se refiere a “Folila” (“música” en la lengua bambara maliense), el séptimo trabajo en la discografía de la pareja invidente, grabado entre Roma, Nueva York, París y Bamako y publicado el pasado mes de febrero. Es un disco sólo al alcance de rutilantes estrellas de la industria musical, de ese tipo de fenómenos que surgen cada cierto tiempo y al que todos los artistas quieren arrimarse. Después del arrollador éxito de “Dimanche a Bamako” (2005), producido por Manu Chao, y de “Welcome to Mali” (2008), el mundo musical había depositado su atención en el dúo que se conoció hace 25 años en el Instituto para jóvenes ciegos de Mali en Bamako. Al estilo de las grandes producciones que tiene el aura de tributo, en “Folila” se suceden diversas colaboraciones de lujo que otorgan al disco la categoría de “catálogo de músicas de nuestro tiempo”. Damon Albarn, productor de “Welcome to Mali”, asegura que “no creo que haya habido una banda en África en la que se hayan involucrado tantas personas en su camino”.

Amadou & Mariam declaran su amor por el riesgo y el mestizaje. En el disco desfilan el rockero francés Bertrand Cantat, el grupo indie norteamericano “TV On the Radio”, la cantante de pop electrónico Santigold, el líder de la banda de glam-rock Scissor Sisters, Jake Shears; la cantante de soul y Rythm & Blues, Amp Fiddler, el rapero Theophilus London o la compositora británica Ebony Bones. Junto a ellos también músicos africanos como el guitarrista tuareg Abdallahag Oumbadougou o el maliense Bassekou Kouyate. El resultado del experimento es inclasificable porque hay tantos sonidos y espíritus como experiencias individuales, pero a la manera de Georges Perec, “no son los elementos lo que determinan el conjunto, sino el conjunto el que determina los elementos”. Es decir; “Folila” es una obra conceptual que agita una coctelera de influencias que conectan el blues africano con el funk, el soul, el ney egipcio, el bluegrass, el tropicalismo, el rap, la mandinga, el pop, el rythm&blues y el rock.

Hasta alcanzar el momento actual de reconocimiento pleno con “Folila”, Amadou & Mariam han recorrido un largo camino marcado en la misma medida por su invidencia y por su sólida educación musical. En unos tiempos, como ha recordado Amadou Bagayoko, en los que ser ciego “era lo peor que te podía pasar en la sociedad maliense”, la pareja desbrozó la maleza de su destino gracias al talento del primero como guitarrista y al virtuosismo de ella como cantante y letrista. Se casaron y comenzaron a grabar canciones que se vendían por Mali en cintas de cassette y que transpiraban blues, mandinga, rock, soul y funk. En 1998 se mudaron a Francia y publicaron su primer disco “Se te djon ye”, en el que ya proyectaban una imagen entre étnica y sofisticada, idónea para el mercado europeo. Empezaron a ser comparados de manera inevitable con otras parejas de artistas como Ike&Tina, Ashford&Simpson o Womack&Womack. Pero ellos, sin alejarse del todo de aquellos, sentían predilección por James Brown y obviamente por Ray Charles. Y marcando su propio tempo construyeron una trayectoria coherente, libre y extremadamente fértil que ha situado a Mali en el centro de todas las cosas, como lo fue Tombuctú hace cuatro siglos.

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