El New York Times con Garzón
Crímenes terribles fueron cometidos durante y después de la guerra civil española sin que ningún tribunal los haya examinado o juzgado. Nadie sabe cuántas personas fueron torturadas y asesinadas. Ahora, uno de los más importantes jueces de instrucción de España, Baltasar Garzón, está siendo juzgado por haberse atrevido a abrir una investigación sobre esas atrocidades.
España es ahora una democracia vibrante, pero el juicio del juez Garzón, que abrió sus puertas la semana pasada, es un inquietante eco de pensamiento totalitario de la era de Franco. Se enfrenta a cargos penales que podrían causar su inhabilitación durante 20 años por desafiar a una amnistía promulgada en 1977 para facilitar la transición a la democracia. Con razón, la defensa argumenta que, en virtud del derecho internacional, no puede haber amnistía para los crímenes de lesa humanidad y que las desapariciones no resueltas - miles de fosas comunes han sido abiertas - constituyen un delito continuado.
En 2008, el juez Garzón inició una breve una investigación oficial, ordenando la apertura de 19 fosas comunes y acusando simbólicamente al general Francisco Franco y a varios ex funcionarios, ninguno con vida, de la desaparición de más de 100.000 personas. Un tribunal de apelaciones cerró la investigación. Al año siguiente, dos grupos de extrema derecha se querellaron contra el juez por desafiar la ley de amnistía. El Fiscal del gobierno argumentó que ningún crimen se había cometido, pero el Tribunal Supremo aceptó el caso.
Por otra parte, el juez Garzón se enfrenta a cargos penales por delitos en otros dos casos cargados de connotaciones políticas. No podemos juzgar las razones de los mismos. Pero la persecución penal de los magistrados por sus resoluciones es poco frecuente en España, y podría enfriar la independencia judicial.
El juez Garzón se hizo famoso por sus juicios a los terroristas vascos, a los torturadores argentinos, al ex dictador de Chile, general Augusto Pinochet, y a los políticos españoles. Sus poderosos enemigos ahora ven una oportunidad para poner fin a su carrera.
El juez Garzón es sin duda una figura llamativa y en ocasiones se extralimita, pero perseguirlo para cavar en los crímenes del franquismo es un delito contra la justicia y la historia. El Tribunal Supremo español no debería haber aceptado este caso. Ahora bien, debe absolverlo.
Editorial del NY Times / 4 de febrero
1 comentario
sin animo de ofender -
CURRICULUM VITAE de Bartasar Garzón, ahora ex juez, sin animo de ofender a nadie:
- Instruyo el GAL, con 23 víctimas mortales y no hay nadie en la cárcel por ello.
- Se metió a juzgar a un tipo de Chile con presupuestos españoles, y tras gastar cientos de millones de pesetas en ello, Pinochet murió en la cama.
- Se dedico a perseguir torturadores argentinos (otra vez con dinero español, desatendiendo los casos de esos españoles que le pagaban), y todos los torturadores argentinos siguen con su vida al aire libre.
- Se dedico a perder papales para juzgar a un muerto. En ningún país del mundo se hace eso.
- Caso Faisan se quedo dormido en algún cajón, todo apuntaba a Rubalcaba, que anda aspirante a Secretario General del PSOE, sin tacha.
- Lo último conocido: Meses, años saliendo del juzgado cositas sobre instrucciones que no podían ser publicas, titulares durante años en El Pais y el Publico. Nadie sabe quien ha sido.... pero eran papelotes del Gurtel, su debilidad, digamos como conocido: 'por filtraciones del sumario'
- Lo último de lo último. Se va a la mierda por su instrucción en caso de Gürtel, gracias a la ilegalidad de las escuchas hará que se vayan todos a cantar la parrala por ahí.
¿Quién estaba de jurado cuando aprobó las oposiciones este señor Garzon? es para que les quiten el sueldo. Ahora un grupo de jueces, por UNANIMIDAD le quitan el cargo de juez a Baltarsar G., por vulnerar el principio básico, que se estudia en primero de derecho, sobre la privacidad de abogado -cliente en un Estado de Derecho. (*)
(*) eso no lo hizo ni con ETA (y sí se puede hacer con terroristas)
No es para ofender, es tener unas aclaraciones de lo que hay.