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Juan Gavasa

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Marta Cruz: "el emprendedor latinoamericano tiene una gran capacidad de trabajo"

Marta Cruz: "el emprendedor latinoamericano tiene una gran capacidad de trabajo"

NXTP Labs es una aceleradora de proyectos tecnológicos con sede en Argentina pero enfocada a países latinoamericanos de habla hispana. Desde su fundación en 2011 ha apoyado el crecimiento de cientos de Startps vinculadas con la tecnología digital a través de financiación con capital semilla, servicios de consultoría y acceso a mentorías.

Anualmente analiza entre 1.200 y 1.600 proyectos de emprendimiento que buscan inversión, conocimiento y una red de contactos para expandir el negocio. Los que finalmente son reclutados deben cumplir tres parámetros indispensables: equipo sólido, una demo funcional  y un tamaño de oportunidad solvente.

Marta Cruz, co-fundadora y directora de NXTP Labs, será una de las ponentes en Latam Startups Conference, que se celebrará en Santiago de Chile el 26 y 27 de septiembre. Cruz, profesional de larga trayectoria en el campo del marketing, habla en esta entrevista del ecosistema de Startups en Latinoamérica, de las dificultades a las que se enfrentan los emprendedores y de los riesgos de acelerar de manera artificial los procesos de crecimiento

¿Qué perfil de empresas buscáis para invertir?

Desde el principio hemos buscado proyectos en etapas tempranas que tuvieran un equipo (no sólo una persona), y que al menos uno de ellos estuviera dedicado a la parte tecnológica y el otro a la parte de negocios. Eran generalmente Startups de base tecnológica digital. Las áreas son fundamentalmente social media, software en la nube, mobile, internet de las cosas, educación… pero siempre con una base tecnológica digital.

¿Qué características deben cumplir?

Otro factor determinante es que tiene que tener una demo funcional (MVP. Minimum Viable Product), y en función de ello nosotros tenemos que valorar que el equipo tiene capacidad de ejecución. Para nosotros las ideas valen cero, lo que valen son las implementaciones. Al menos han tenido que pasar del power point a algo que funcione.

También valoramos el tamaño de la oportunidad: que sea regional y si es worldwide, mejor. Si un proyecto pretende ser exitoso no puede ser desarrollado para una comunidad pequeña o muy localizada como podría ser una gran ciudad. Es verdad que hay países en Latinoamérica que por su historia o incluso por su geografía están muy metidos para adentro.  Parte de nuestro trabajo es conseguir que aquellos emprendedores que nosotros consideramos valiosos regionalicen su proyecto y su ambición empresarial. Pero, en resumen, los tres parámetros que nosotros seguimos son Equipo (que representa el 50% del valor que nosotros damos a cada compañía), el MVP y el tamaño de la oportunidad.

No nos importa tampoco que vengan emprendedores y que nos cuenten que ya tuvieron experiencia en el pasado y les fue mal. Eso es importante porque significa que ya han hecho el aprendizaje y sabrán qué cosas no hay que hacer aunque en el futuro sigan cometiendo otros errores, porque esto es un aprendizaje continuo. Pero ésta es una parte del emprendimiento.

¿Han percibido cambios en el ecosistema de Startups desde que comenzaron a trabajar a mediados de 2011?

Cuando presentamos la primera camada de inversión de 15 empresas entre junio y diciembre de 2011 había muchas dedicadas a juegos, entretenimiento y Social Media pero a medida que el mercado ha ido madurando hemos empezado a ver que la tecnología digital está transformando la vida de las personas y que lo que antes se hacía de un modo ahora se hace de otro.

Es en ese momento cuando vemos que necesitamos encontrar buenos emprendimientos en áreas como las de salud, agro-business, finanzas para el agro… industrias de gran importancia y que van a necesitar incorporar nueva tecnología a sus procesos de trabajo para mejorar su productividad y sus resultados. Al principio estábamos más enfocados al B to C (Business to Consummer) y no le dábamos mucho valor a las compañías de B to B (Business to Business). Pero en estos dos últimos años hemos puesto de manera especial el foco en B to B porque ahí se empezó a ver una transformación en el mercado a nivel global con las adquisiciones, por ejemplo, que hizo Google de compañías que le resolvieran cosas rápidamente, como Samsung.

¿Cómo es el ecosistema latinoamericano en el campo digital?

Podría decir que crece de forma pareja. Hay muchos países que tienen buenos “role model” forjados a principios de este siglo, como el caso de Argentina. Aquí hemos tenido la fortuna de haber contado con un fundador como Marcos Galperín, de Mercado Libre; o el fundador de Despegar, el de OLX o el de Global, compañía que recientemente ha comenzado a cotizar en bolsa. Existen muchos “role model” que han provocado que muchos jóvenes y no tan jóvenes se sientan empujados hacia el emprendimiento porque creen que pueden hacer lo mismo que ellos.

En Argentina además siempre estamos mirando hacia fuera del país por razones políticas y económicas; por eso los emprendedores aquí generalmente tienen una mirada global desde el principio. Uruguay, por ejemplo, no se queda atrás y con tan poco habitantes como tiene puede ofrecer un buen puñado de compañías digitales que están resolviendo problemas cotidianos. En el resto de países se están aplicando políticas públicas de apoyo al emprendedor pero ahora se necesita que lleguen los inversores para que el sistema de emprendimiento de base digital se desarrolle. Además es un sector que necesita poco dinero pero mucho apoyo inicial.

¿Y cuál es el prototipo del emprendedor latinoamericano?

Tiene características diferentes. Muchos vienen de padres emprendedores; pero no me refiero a emprendedores “fashion” sino a dueños de tiendas, de pequeños comercios, restaurantes… en general o el padre o la madre tuvieron una etapa de emprendimiento.

Pero por lo que podemos ver la mayoría de emprendedores son más del estilo de “prefiero pedir perdón que permiso”. Es decir, ellos no tienen problemas en buscar la manera de conseguir un contacto con una persona que consideran que les pueda interesar, y tomar un avión y llegar hasta donde está. Tienen una gran capacidad de resiliencia, de decir: “hoy soy lo peor del mundo” pero al día siguiente levantarse, hacer un cambio al código de la aplicación y descubrir que funciona mejor y pensar que van a vender su Startup por 100 millones de dólares.

Tienen una gran capacidad de trabajo y no consideran que lo que hacen es trabajo porque disfrutan con ello. Tienen además mucha capacidad de aprendizaje en poco tiempo, al menos en el campo de la tecnología de base digital.

Me gustaría explicar que en el último año hemos incorporado al programa de acompañamiento a una psicóloga especializada en psicodrama que está realizando evaluaciones psicotécnicas dirigidas a emprendedores. Con esas pruebas se puede ver el perfil de cada uno de ellos, qué capacidad tiene de resiliencia, manejo de conflictos, capacidad de absorber frustraciones…

¿Quién está invirtiendo ahora mismo en Startups latinoamericanas?

De entrada hay que decir que es muy difícil conseguir plata en Latinoamérica. Pero podríamos decir que hay tres perfiles: un 10% son fundadores de compañías que hace 10 o 15 años triunfaron en el área de la tecnología, aunque no precisamente digital. Se convierten en inversores ángeles y lo hacen primero de forma privada y luego a través de empresas como la nuestra.

Otro porcentaje también pequeño son profesionales que pasaron por compañías de tecnología y que experimentaron éxito. Aportan además conocimiento. Y finalmente están los inversores habituales de bienes raíces, minerías, industria pesada, grandes familias inversionistas interesadas en ampliar su terreno.

Se habla mucho últimamente del riesgo de encontrarnos ante una burbuja de Startups en Latinoamérica. ¿Qué opina al respecto?

Hablamos mucho sobre este tema. Yo creo que no hay burbuja; si la hubiera significaría que empezaría a haber compañías con valoraciones locas porque reciben plata del gobierno. Pero las evaluaciones de las compañías se hacen por conceptos cualitativos y no se valora que tengan dinero institucional sino que tengan oportunidad, tamaño de mercado y viabilidad.

Dicho esto, es verdad que los emprendedores en las etapas tempranas no necesitan el dinero que les estaban ofreciendo las instituciones públicas, era algo muy perjudicial.  La mayoría no saben cómo se maneja ese dinero. Darle 150.000 dólares a un chico que parece brillante porque hizo una aplicación brillante es una de las peores cosas que le pueden pasar. No sabe qué puede hacer con todo ese dinero.

El otro problema es que nos coartaba a inversores ángeles y a fondos como nosotros a poder apoyar a emprendedores que tienen un gran potencial pero que no necesitan dinero sino apoyo. No hay que olvidar que acceder a esas subvenciones requiere horas y horas de trámites y papeleo que se quita al trabajo en la Startup. Una vez que tienes el dinero hay que reportar administrativamente todo lo que se hace, lo que supone quitar el foco de lo verdaderamente importante, que es la empresa.

Cuando llegamos nosotros y les ofrecemos 25.000 dólares a cambio del 7% de su compañía porque nos gusta su equipo y les podemos ofrecer un proceso de aceleración, transferencia de conocimientos y nuestra red de contactos; ellos en general responden que el gobierno les ha dado más dinero sin pedir nada. Por suerte ahora están cambiando los procedimientos y se les da el dinero a través de una institución que lo administra, aunque también hay que ser vigilantes sobre el papel real y el funcionamiento de estas instituciones.

Alfonso

Alfonso

El próximo 18 de abril presentaremos a las 20.00 horas en el Salón de Actos de la DPH en Huesca el libro "Los años convulsos. El fotógrafo Alfonso y la sublevación de Jaca. 1923-1936". Al día siguiente será la presentación en Jaca a las 20.30 horas en la Casa de la Cultura y el 16 de mayo en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés en Zaragoza.

 

Alfonso Sánchez García nació accidentalmente en Ciudad Real en 1880 pero vivió prácticamente toda su vida en Madrid. Su padre, un antiguo republicano dedicado al inestable negocio teatral, falleció en 1891 y Alfonso tuvo que dejar la Escuela de Artes y oficios para contribuir al sustento familiar. Son duros años de vagar de tajo en tajo en un Madrid que sigue siendo un poblachón áspero de profundas desigualdades.

            Con 15 años accede como aprendiz al estudio de Amador, uno de los retratistas más conocidos de la capital. En ese estudio se brega haciendo fotos de bodas, banquetes y acontecimientos sociales dentro de los equipos ambulantes, que recorrían la ciudad buscando negocio. En esos años consigue su primera “exclusiva”; fotografía el cuerpo incorrupto de San Isidro en una de las raras exposiciones públicas que se hacía en su ermita.

            En 1897 lo contrata Manuel Compañy, uno de los mejores fotógrafos de Madrid. Su aprendizaje del oficio es constante y muy pronto muestra dotes innatas para la cámara. Se especializa en estrenos teatrales y comienza a trabar relación con destacados personajes del periodismo y la política de la época como Joaquín Costa, Mariano de Cavia o Joaquín Dicenta.

            En 1904 lo ficha El Gráfico, el primer diario ilustrado que aparece en España. Será su director, Julio Burell, el que decida firmarle las fotos simplemente con su nombre de pila, “Alfonso”. Acababa de crear una marca que será un referente del periodismo gráfico español. Trabaja después para El Imparcial de Eduardo Gasset, un personaje que tendrá gran influencia en su carrera, y sigue fomentando una de sus especialidades; el retrato.

            En 1907 comienza a trabajar con el Heraldo de Madrid y con el resto de cabeceras de la Sociedad Editora Española: El Imparcial y El Liberal. En 1909 viaja con el director de El Heraldo, José Rocamora, a cubrir la guerra de Marruecos. Una experiencia traumática que, sin duda, le marcará. Permaneció tres meses en los que apenas pudo ejercer su oficio. Contaba su hijo tiempo después que “la matanza de soldados españoles fue tan copiosa que mi padre tuvo que soltar la cámara para dedicarse a transportar en camilla a los heridos. Caían por todas partes”. Alfonso fue condecorado con la Medalla de Campaña de distintivo rojo.

            El fotógrafo madrileño se convierte en el más importante de la capital. Sus fotos ilustran los principales periódicos y revistas de la época y su prestigio crece con cada nuevo trabajo. En 1910 abre su flamante estudio en la calle Fuencarral, que se convierte en obligado punto de encuentro para toda la fauna de bohemios, intelectuales, políticos, periodistas y artistas del Madrid más farandulero. Todos los que son o aspiran a serlo pasan a formar parte del catálogo de celebridades que Alfonso fotografía: Valle Inclán, Emilia Pardo Bazán, los hermanos Machado, Pío Baroja, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez, Alejandro Lerroux, La Chelito, Raquel Meller, Margarita Xirgú…

            En estos años la cámara de Alfonso está presente en todo lo que se mueve. La muerte de Joselito, la primera reunión del Gobierno provisional de la república portuguesa, la foto de Pedro Mateu, uno de los tres anarquistas que atentó contra Eduardo Dato; la foto del capitán Sánchez vestido de militar (autor de uno de los crímenes más famosos de la época); o la huelga general revolucionaria de 1917.

            Tres años después se hace cargo de la sección gráfica del recién nacido diario La Voz, que ya entonces tiraba 150.000 ejemplares diarios. Trabaja con Manuel Machado y Luis de Oteyza en el democrático y progresista La Libertad, y sigue dedicado al retrato, una actividad que le distingue del resto de sus compañeros de profesión.

            En 1922 entra en escena su hijo Alfonso, que inevitablemente pasa a ser conocido en el gremio con el diminutivo de Alfonsito. Su padre le manda en compañía de Oteyza a Marruecos para recoger el desastre de las tropas españolas en Annual. Consiguen una exclusiva mundial: la entrevista con el líder de los insurrectos rifeños Abd-el-Krim. El hijo se revela como un fotógrafo de gran talento y perspicacia, digno sucesor de su progenitor. Poco a poco se van incorporando al negocio sus otros dos hijos, Pepe y Luis, y la firma Alfonso se convierte en una agencia de distribución de fotografías para España y el extranjero. Nace la Agencia Gráfica Alfonso, en la que llegarán a trabajar 23 personas. El fantástico logotipo diseñado por Manuel Torán se afianza como un excelente emblema gráfico que representa a una de las sagas fotográficas más importantes del país.

            Alfonsito, que había crecido entre cubetas, reveladores y magnesio, será el único que tendrá una sólida carrera como reportero. En esos años se editaban en el país 11 revistas ilustradas de gran calidad, algunas de ellas de resonantes evocaciones como Blanco y Negro, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico o La Esfera. En ese Madrid lúgubre en el que pululan toda clase de buscavidas, traperos, cacharreros y bohemios, la actividad editorial resulta pletórica. Y los Alfonso ponen la imagen a esa ingente producción.

            Según señala el historiador Publio López Mondéjar, “la figura gigante de Alfonso dejó siempre en la sombra a sus hijos y colaboradores, que nunca pasaron de ocupar un lugar subalterno y segundón en la jerarquía profesional de la casa”. En los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera y durante la Segunda República se puede asegurar que los hijos fueron los autores de buena parte de las fotografías del archivo Alfonso, aunque López Mondéjar matiza que “lo único que resulta hoy incuestionable es la responsabilidad del fundador de la firma en la planificación y tramitación de los reportajes”. Así se entiende la nebulosa que ha rodeado la autoría de las placas que integran el archivo Alfonso, más aún en un tiempo en el que el concepto de los derechos de autor no existía y los fotógrafos solían pasarse las copias sin ningún problema.

            Alfonso reparte juego entre sus hijos y fortalece la imagen de marca de la Agencia. Llegan a casi todos los puntos noticiables del país y siguen extendiendo una eficaz red de contactos personales y relaciones públicas, una de las virtudes que más contribuyó a construir el inmenso catálogo de fotos y de retratos. Alfonsito, por ejemplo, se especializa en la parte más sórdida y deprimente del país, dotando a su trabajo de un apreciable contenido social. Luis y Pepe se mueven mejor por el mundo del deporte y del teatro. El padre dirige a todos. En 1930 era el único periodista gráfico de Madrid que figuraba como redactor con contrato.

            Durante la nefasta dictadura de Primo de Rivera Alfonso se relaciona con Azaña, Besteiro, Ortega y Gasset, Alcalá Zamora o Gregorio Marañón, las figuras que a partir de 1931 asumirán las riendas del país. Esas amistades explican en cierto sentido que durante la Segunda República Alfonso alcance su madurez profesional y realice sus mejores reportajes. El ministro republicano Diego Martínez Barrio dijo de Alfonso que “es un singular artista que está haciendo estéticamente la historia de una época. Sus fotografías son inexcusables para acercarse a la historia de España de este siglo”.

            Pero llegó la Guerra Civil y como tantos otros artistas y creadores, los Alfonso sufrieron la represión de los vencedores. Durante la contienda se identificaron con la causa republicana al igual que algunos compañeros de profesión como Centelles o Díaz Casariego. Pero nunca mostraron especial interés por la fotografía propagandística del frente. Sus mejores fotos de esos tres años están tomadas en la retaguardia, con la miseria de la vida cotidiana. Aun con todo ofrecieron al mundo a través de revistas como Life, Regard o L’Illustration los muertos en el asalto al Cuartel de la Montaña, la batalla de Teruel o a un decrépito Julián Besteiro anunciando el fin de la resistencia de Madrid.

            Acabada la guerra los Alfonso fueron depurados y se les prohibió ejercer el periodismo gráfico. Semidestruido el estudio de la calle Fuencarral, se trasladaron a otro más modesto en la calle Santa Engracia antes de instalarse definitivamente en la Gran Vía. Alfonso comenzó a hacer retratos de los personajes del nuevo régimen que le permitieron con los años rehabilitarse. Pero nada de la alegría y del optimismo del pasado volverían a sus fotografías. El Alfonso reportero acabó para siempre. Tampoco los franquistas olvidaron su pasado republicano. En El Alcázar se publicaba una carta conminatoria: “que trabaje, pero en silencio, sin ruido, porque no se puede provocar a los que tenemos memoria”.

            Pese a todo, en 1949 Alfonso hace un retrato de Franco para el ABC y El Alcazar. Será su último trabajo de relevancia. Tres años después son rehabilitados como reporteros gráficos pero ya no ejercerán. En 1953 muere Alfonso y con él los estertores de un prestigio marchito. Sus hijos mantendrán a duras penas el nombre de la casa, pero ahora con el trabajo de las bodas, bautizos y comuniones. Eran tiempos de subsistencia. Alfonsito, entregado en los últimos años de su vida a conservar el inmenso legado familiar, muere en 1990.

 

 

Foto: Manuel Azaña en un mitin en 1933 (Alfonso. VEGAP, Huesca 2008). La foto está extraída del libro "Los años convulsos. El fotógrafo Alfonso y  la sublevación de Jaca. 1923-1936".