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Juan Gavasa

Prats de Molló

Prats de Molló

Prats de Molló impacta desde el primer momento. La monumental iglesia fortificada de las santas Justa y Rufina concentra toda la atención con sus poderosos contrafuertes y la llamativa torre. El templo actual se construyó entre 1649 y 1681 pero todavía se guarda en su interior la pila bautismal perteneciente a la construcción original del siglo X. La forja de su puerta, como se podrá ver en numerosas iglesias del Pirineo catalán más oriental, es un cuidado trabajo artístico.

            Repuestos de la primera impresión, llega el momento de descubrir las entrañas del pueblo. Prats de Molló está completamente fortificado y hay que cruzar un puente sobre el río Tech para entrar en su casco histórico. Sus condiciones como enclave defensivo eran un verdadero quebradero de cabeza para los insistentes conquistadores, que los tuvo a lo largo de la historia.

            La localidad se blindó con la muralla en el año 1345 pero el famosísimo terremoto de 1428 la redujo a escombros. Fue reconstruida y ha llegado a nuestros días conservada en su integridad con las cinco puertas de acceso; la más importante es “La Porta de França”, en la parte oriental del núcleo frente a toda la zona nueva de expansión urbanística. Dentro del casco descubrimos una formidable ciudad medieval trazada de manera intrincada con calles empinadas que suben hacia la iglesia, hermosas calles con sus balcones llenos de flores y plazas recoletas en las que cientos de turistas se solazan en las terrazas de sus cafeterías.

            Buena parte de las casas que tejen actualmente el casco urbano pertenecen a una época mucho más reciente, pero en su modernidad han sabido respetar en parte el legado histórico recibido. Las calles de la “Font Nova” o la de “La Favorite” son dos de las arterias más transitadas. Están salpicadas por numerosos comercios que venden los productos del país entre escudos de la villa y banderas catalanas, otro rasgo que evidencia el inconformismo social ante algunas fronteras forzadas.

            La comarca del Vallespir, el Rosellón, el Conflent, el Capcir y el norte de la Cerdanya fueron para Francia en el reparto firmado en el año 1659 en el Tratado de los Pirineos. Prats de Molló se convirtió en puesto fronterizo. Una subversión social conocida como la “revuelta de los Angelets de la Terra” se transformó en un levantamiento antifrancés que convenció a Luis XIV de la necesidad de construir un fuerte en la plaza. Así se levantó el Fort Lagarde bajo el mando del mariscal Sébastien Vauban junto a las ruinas del Castillo de Parella (siglo XII), perteneciente a los Condes de Besalú y destruido por Luis XIV. El fuerte preside todo el valle y tiene un acceso subterráneo que puede ser visitado.

            En Prats de Molló hay otros rincones dignos de ser visitados como la Plaza Josep de la Trinxeira, donde se encuentra el ayuntamiento construido en el siglo XVII; la Plaza de Armas, el Puente de la Guillema, la Plaza del Rey, la Puerta del Verger o la Puerta de la Fábrica, que servía de acceso vigilado a la fortaleza. El turismo se ha convertido en prácticamente la única actividad económica de la zona. Las aguas termales localizadas en La Preste (localidad que conforma el municipio Prats de Molló-La Preste), han dado impulso a un nuevo visitante atraído no sólo por la historia y los paisajes sino también por las bondades del balneario. En cualquier caso las aguas de la Preste se vienen aprovechando desde hace siglos. El poeta catalán Jacint Verdaguer visitó La Preste en los veranos de 1879 y 1880 para iniciar sus ascensiones al Canigó que culminarían en la composición de la epopeya homónima en 1886, cumbre de la literatura catalana del XIX. Su acopio de leyendas sobre el valle es inagotable.

            El entorno de Prats de Molló es majestuoso. En la vertiente occidental se eleva el pico Costabona (2.464 m), en la septentrional el Puig de Tres Vents (2.731 m) y un poco más lejos el Canigó (2.784 m). Desde hace algún tiempo existe la Reserva Natural de Prats de Molló, una figura protectora que afecta a más de 11 kilómetros de su término municipal desde la zona alpina del Prat de Guillem. La riqueza de sus ecosistemas  y la variedad de especies justifican este esfuerzo conservador. En este ámbito se pueden encontrar grandes superficies de hayedos y abetos, especies animales como el rebeco, el urogallo, la perdiz nival o el desmán; y un nutrido catálogo de flores y plantas subalpinas.

En el cercano Sant Llorenç de Cerdans comenzó en el año 1661 la revuelta popular de “Los Angelets” en contra de la reinstauración del impuesto sobre la sal promulgado por Luis XIV. El creciente malestar contra el poder francés de unas tierras que fueron catalanas hasta el Tratado de los Pirineos (1659), culminó en 1793 con la Guerra de la Convención o la Guerra del Rousillón, que se concentró fundamentalmente en esta zona del Pirineo. Tropas españolas dirigidas por el General Ricardos intentaron invadir el antiguo territorio español por Sant Llorenç de Cerdans. Durante unos meses reconquistaron algunas de las plazas francesas pero finalmente tuvieron que desistir ante el ímpetu de la respuesta francesa. La firma de la Paz de Basilea en 1795 acabó con el conflicto. También por este paso y por el del Coll d’Ares planeó invadir Catalunya en 1926 Francesc Macià y la dirección del Estat Català para proclamar su independencia, en lo que se conoció como el fallido “Complot de Prats de Molló”.

2 comentarios

Andrés -

Estimado Sr. Juan: estoy investigando un asunto de historia contemporánea; me gustaría saber si en Prats de Molló, hay algún archivo municipal ..
Mi padre Miguel Ramírez, despues de la guerra civil española, estuvo en ese pueblo, pues he encontrado una postal que hace referencia al mismo,
Saludos cordiales.
Andrés Ramírez

nuei -

Joder no sabía que hacías artículos para el Pirinean Geografic... interesante lo del Gran Terremoto...