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Juan Gavasa

Memoria

Memoria

Hace pocos días vi unos minutos de un debate televisivo sobre la Memoria Histórica y el papel que había jugado la iglesia durante la Guerra Civil. Ciertamente la ignorancia de algunos periodistas resultó insultante y su capacidad de manipulación perversa. Si hablan con desconocimiento, mal asunto; pero si lo hacen con mala fe su estulticia es de categoría. Una periodista cuyo nombre desconozco se enredó vehementemente en una insólita teoría según la cual la represión que sufrió el clero durante el conflicto bélico fue la mayor jamás practicada contra los cristianos desde la época de los romanos (sic). Continuó afirmando que todos los curas asesinados por las hordas rojas eran personas de bien que merecían ser recordadas como ejemplo de sacrificio y entrega. Para acabar justificando las beatificaciones masivas tan del gusto de los dos últimos Papas y de la Conferencia Episcopal Española, preocupada ella como está por no reabrir viejas heridas.

            No sé si me mosqueó más la maniquea ignorancia de la periodista o la incapacidad del resto de contertulios, que la dejaron irse de rositas entre alegres aplausos del público ante cada bravuconada que soltaba. Nadie fue capaz de enfrentarle argumentos sólidos, rigurosos y objetivos que desmontaran una salmodia en la que se olvidaba convenientemente del papel represor de la iglesia durante la Guerra Civil, de los curas fusilados por pertenecer al bando leal (esos, por lo visto, no fueron ejemplo de sacrificio), o del atroz exterminio al que fue sometido el colectivo de profesores por el bando franquista.

En esa mesa estaba Maria Antonia Iglesias, autora de un estremecedor libro sobre los maestros republicanos que fueron asesinados, represaliados o simplemente depurados. Su indomable histrionismo le impidió centrarse en lo esencial y olvidarse de las refriegas verbales inocuas. Se conoce pero muy pocas veces se dice que durante la Guerra Civil fue el profesorado republicano y no el clero el colectivo que más muertos acumuló. Los profesores representaban para el franquismo la libertad de pensamiento, la luz del conocimiento, el espíritu de independencia que era necesario destruir para construir un país de ciudadanos sumisos y atemorizados.

            Dijo también la citada periodista que “la República quemó conventos”. La acusación actúa como una sinécdoque. Es como decir que a Ignacio Uría le asesinó el miércoles Euskadi, todo Euskadi sin distinción. Probablemente la periodista en su atrabiliaria ensoñación desconocía –quiero pensar- que en España ya se quemaban conventos en 1835 y que sólo en mayo de 1931 (recién estrenada la II República), se produce un foco de violencia contra edificios religiosos en Madrid a cargo de un grupo de descontrolados. Aquellos hechos lamentables se magnificaron hasta convertirlos en artillería contra la “caótica República”, que sigue utilizándose hoy de forma simplista.

            La periodista se cargó de tópicos y argumentos de estudiante de Secundaria para defender el asunto de las beatificaciones. Como en su discurso no cabía la profundidad y la reflexión serena, no fue capaz de ahondar en la razón del odio que se desató contra la iglesia en aquellos calurosos meses de 1936. No explicó que en ese conflicto de clases que fue la Guerra Civil Española la iglesia representaba el poder opresor y dominante junto al ejército y la oligarquía económica. No habló de la miseria del país, de la inmoral vinculación del clero católico con los poderosos, de su implicación activa en el baño de sangre. Como ha explicado en tantas ocasiones el historiador Julián Casanova, “la iglesia ofrece sus servicios y ella es la gran beneficiada con el privilegio que obtiene con la liberación del anticlericarismo y el monopolio de la enseñanza. Durante dos o tres décadas no hay nadie que se mueva frente a los privilegios eclesiásticos. Su actitud no se justifica sólo por la represión que sufrían los curas”. La repentina preocupación de la Conferencia Episcopal por la imposición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía contradice la plácida comodidad con la que vivió durante siglos su monopolio educativo. El profesor de la Universidad de Cádiz, Manuel Santos, recuerda que “la iglesia jugó un papel fundamental en la represión y depuración del magisterio. Hay pruebas de la intervención que tuvieron los clérigos, las denuncias concretas que pusieron básicamente contra maestros”.

            En la eterna discusión sobre qué bando cometió las mayores atrocidades en la Guerra Civil, Santiago Carrillo recordaba esta semana en el programa “59 segundos” que “la diferencia entre las víctimas que la República pudo hacer injustamente y las que hizo el franquismo es que las que hizo la República han sido ya resueltas, resueltas porque, en cuanto triunfó el franquismo, se rehabilitó a esas víctimas, se las subió de grado, se las enterró cristianamente, fueron héroes durante 40 años en este país, mientras que las víctimas de la República pues no han sido rehabilitadas”.

            El historiador Ian Gibson escribía el lunes en El Periódico que “es evidente que más de 30 años después de la muerte del dictador, la derecha española es todavía incapaz de asumir la verdadera y horrorífica dimensión de la política de exterminio y de odio hacia el adversario practicada por el franquismo, sobre todo después de la guerra. Prefiere que se olvide antes de conocerse”. Eso es lo que reclamaba la periodista de la tele.

8 comentarios

Juan -

Gracias Emilio. Lo mismo digo de tu blog, en serio, no es cortesia. Las fotos son soberbias.

Mari, que me habia ido sin decir nada. Ya ves, que desnaturalizados nos hemos vuelto. Felices fiestas y un besazo.

Inde -

Chiqué, ¿ande estás? Que me va a dar un siroco si sigo entrando en tu página y veo lo de la memoriaaaaaaa!!

Que el post es cojonudo, pero que te echamos de menos, nen...

Emilio -

EScribo en este articulo pero para comentar que las tres últimas entradas de este blog, especialmente esta son una preciosidad. Da gusto leerte.

Juan -

Cris, qué sorpresa leerte y qué alegria saber que te has paseado por el blog. Me alegro de que te guste, viniendo de ti lo considero un motivo de orgullo. Espero que sigas visitándolo y te siga gustando ¡claro!.
¿Para cuando tu blog? Lo espero con ganas, seguro que será una gozada.

Juan -

Gracias Miguel Angel, no tengo tu lírica pero la compenso leyéndote.

Marisa, me alegro de encontrar gente que piensa lo mismo. Encantado de que me enlaces desde tu blog, es todo un honor. Yo haré lo mismo con tu fantástico blog, que ya he visitado.

cris -

Juan:
Acabo de descubrir tu blog. Como comprenderás ya lo tengo entre mis favoritos. Da gusto leer tus reflexiones desde la serenidad que te caracteriza. Es algo más que compartir un ideario, es una filosofía de vida . No vi el programa pero, como otros muchos, imagino que tampoco en este estaban los tertulianos adecuados. A lo mejor deberían de salir de los de siempre y acudir a estas tierras nuestras para buscar "opinadores" con más criterio.
abrazos

marisa -

Magnífico. Gracias a mayusta por traerme hasta aquí... Un lujazo. Un artículo soberbio. Da gusto le verdades entre tanta infamia. Un abrazo. Si no te importa te enlazo a mi blog, porque estoy muy comprometida con la memoria historica .

Mayusta -

Como siempre, magnífico. Un abrazo